BAILES DE SALÓN

BAILES DE SALÓN
CHA, CHA, CHA

sábado, 29 de marzo de 2008

CHARLESTON

Variedad del fox-trot que hizo furor en Estados Unidos durante la década de los 20 y que fue una gran ayuda para divertirse después de la catástrofe de la I Guerra Mundial. Este ritmo frenético y alegre que se caracteriza por la supremacía de la sección de viento sobre los demás instrumentos de la orquesta, especialmente el trombón y el clarinete. El baile es rapidísimo y requiere gran velocidad de pies y no poco entusiasmo. Se baila en cuatro tiempos, tanto en pareja como individualmente. Se marca doblando hacia adentro las rodillas y las puntas de los pies, trasladando el peso de una pierna a la otra y moviendo con amplitud los brazos y las manos. Se utilizan patadas y pasos como el Susy Q y el giro sobre un pie tocándose el talón del otro y aplaudiendo alternadamente. También se camina un paso al frente tocando el suelo, regreso y atrás mientras los brazos se mueven como un péndulo.
Se origina desde 1903 como danza folclórica negra en la ciudad de Charleston Carolina del Sur, Estados Unidos. Presenta semejanzas con algunas danzas de Trinidad, Nigeria y Ghana. Llegó a convertirse en moda popular a raíz de su presentación en el musical negro Runnin' Wild (1923), y tuvo una gran difusión en Europa después de la I Guerra Mundial. El Charleston fue un ritmo y también un símbolo que caracterizó a una época de despreocupación. Tiempo de mujeres de pelo y polleras cortas, mucho antes de que la crisis del 30 y la Segunda Guerra Mundial llegaran para arruinar el panorama.Después de los horrores de la primera guerra mundial, la gente joven sólo quería pasarlo bien. Se deshicieron de todos los convencionalismos para adoptar una vida más frívola. Nuevos estilos de música y baile se importaron de América.Hombres y mujeres bailando sin parar los nuevos ritmos del jazz y el Charleston fueron en su día considerados una influencia diabólica para la juventud.El baile dejó de ser un pasatiempo para convertirse en una competición. La gente joven salía todas las noches. Las mujeres se maquillaban, fumaban y la moda evolucionaba, incluso algunas llevaban pantalones. Todo lo que importaba era divertirse y disfrutar. Socialmente, los años veinte fueron años felices, años locos; los años del tango y del Charlestón, del deporte y del cine, de los night-clubs y cabarets. Las implicaciones de aquel cambio eran, con todo, muy significativas y en cierta medida, trascendentes. La aceptación de los ritmos musicales populares se tradujo al mismo tiempo en una expansión generalizada y en la pérdida de su particular conceptualización peyorativa. La música se convierte en un bien de consumo inmediato, festivo, proceso al que ayuda la invención de elementos de transmisión como la radio, el fonógrafo o el cine musical. Jazz, boogie-woogie, charleston, foxtrot... son nuevas maneras de entender la música y el baile. Sus apariciones se suceden, en un intento desenfrenado por mostrar una alegría de vivir que parece contagiosa, donde lo frívolo y lo festivo ocupan un lugar de primer orden. El papel de la mujer en los bailes acentúa su sensualidad, reforzada con ropajes más ajustados, maquillajes exagerados, el uso de pantalones y el cigarrillo entre los labios.

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